El tiempo ahogó la llama a su paso. El viento avivó las brasas que aun ardían. El frío abrigó a aquel corazon desolado y el destino quiso que volviera a sentir lo que con el sol se apagó. La noche guió con su oscuridd y el amanecer lo durmió, de nuevo, entre sus brazos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.